Los
antioxidantes minimizan el daño que ocasionan los radicales libres a las
células.
La pulpa de
la manzana se torna marrón, la piel se llena de arrugas. El pescado se pudre. Una herida en la piel se
inflama. Todos estos hechos son el resultado de un proceso natural llamado
oxidación, le ocurre a todas las células en la naturaleza incluyendo las de
nuestro cuerpo.
Para ayudar
al cuerpo a protegerse a sí mismo de los rigores de la oxidación, la madre
naturaleza provee de miles de diferentes antioxidantes en diversas cantidades
en frutas, vegetales, granos enteros, nueces y legumbres. En especial en el
ambiente contaminado de hoy día, los antioxidantes
son cruciales para mantener su salud.
¿Cómo ayudan los antioxidantes a
prevenir la oxidación?
Cuando el
oxígeno interactúa con cualquier célula, se produce la oxidación. Esto produce
algún tipo de cambio en esas células. Aunque el cuerpo metaboliza el oxígeno
muy eficientemente, 1 o 2 % de las células van a quedar dañadas en el proceso y
se convierten en radicales libres. Estas células se llaman libres debido a que
han perdido una molécula crítica, y tienden a interactuar con otras células en
forma violenta para reemplazar esa molécula faltante.
El Peligro de los Radicales Libres
Cuando los
radicales libres atacan, no solamente matan otras células para adquirir su
molécula perdida. Si este fuese el único mecanismo no ocurriría mayor cosa pues
el organismo reemplazaría la célula muerta. El problema es que con frecuencia
los radicales libres dañan el ADN, lo cual crea la semilla de una enfermedad.
Cuando el
ADN cambia, la célula muta. Crece anormalmente y se reproduce anormalmente y a
gran velocidad. La funciones normales de las células producen u pequeño
porcentaje de radicales libres, como el motor de un carro que emite humo. Pero
estos radicales libres generalmente no son un gran problema. Son mantenidos en control por los antioxidantes que
el cuerpo produce naturalmente.
Las toxinas
externas, especialmente las contenidas en el humo del cigarrillo y la
contaminación del aire, son generadores de radicales libres. También, nuestra
comida y agua además albergan radicales libres en la forma de pesticidas y
otras toxinas. Tomar alcohol en exceso también impulsa la producción de
radicales libres.
Los
radicales libres disparan una reacción en cadena. Cuando un radical libre oxida
un acido graso, cambia a su vez este acido graso en un nuevo radical libre, que
a su vez daña otro ácido graso en una cadena que ocurre a gran velocidad.
Estos
ataques externos pueden saturar el sistema natural de defensa del cuerpo. Con el tiempo, y con
ataques repetidos de radicales libres que el cuerpo no pueda detener, el daño puede conducir a varias enfermedades
crónicas, incluyendo el cáncer, enfermedad del corazón, Alzheimer, y Parkinson.
El daño por oxidación en las células de la
piel es causado por el efecto acumulado de la luz solar. Los radicales libres
que están en los órganos internos, por ejemplo partículas de asbesto en los
pulmones, van a estimular las reacciones de radicales en los tejidos
pulmonares. El humo del cigarrillo tiene generadores activos de radicales
libres, es por ello que dejar de fumar es uno de los pasos más importantes que
puede dar un individuo para preservar su salud.
En la
próxima entrada vamos a ver en detalle cuales son los diferentes tipos de
antioxidantes y como incorporarlos en nuestra nutrición cotidiana. Participa en esta disertación, envía tu
comentario o pregunta haciendo click en la burbuja de comentarios. Manténgase
saludable.
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